AEI

4.10.05

PERIODISMO DIGITAL

Textos seleccionados de la versión Beta de "Narradores en Acción", inédito de Héctor Borrat dedicado al Control de Calidad Periodística (CCP).
El autor agradece desde ya las preguntas, propuestas y críticas que sus lectores le envíen por correo electrónico: Hector.Borrat@uab.es

- EL RELATO ARBORESCENTE
Lanzado a la Red, el relato periodístico entra en una dinámica de transformaciones sucesivas que a esta altura (2005) marcan distancias crecientes entre los dos formatos, el impreso y el digital. Distancias, pero no ruptura. El periodismo digital confirma el primado del relato de maneras diversas, bajo el impulso de las nuevas tecnologías, en sus diversos sitios:
periódicos digitales derivados de los impresos,
periódicos digitales autónomos (en tanto que no derivan de los impresos),
páginas web de emisoras de radio,
páginas web de canales de televisión.
Los periódicos digitales convencionales (que he presentado en 2.5) quedan al margen de esta radical renovación del relato periodístico: si la intentan, dejan de ser convencionales y se incorpora al dinámico grupo de los innovadores.
Los periódicos digitales innovadores, combinando estratégicamente sus recursos propios -inaccesibles a los impresos- construyen mediante la hipertextualidad sus relatos arborescentes. Trepar por las ramas, entrecruzarlas y decidir cuándo terminar, en cada relato, la escalada son decisiones libradas a cada lector interactivo, en función de los vínculos que él mismo seleccione libremente. Estos vínculos pueden ser
vínculos internos -que remiten a otros textos del mismo diario- y
vínculos externos -que remiten a textos de otros sitios de muy variada identidad: periodísticos, gubernamentales, institucionales, partidistas, movimentistas, académicos, empresariales, sindicales, personales...
Puesto que un buen número de estos otros sitios ofrecen a su vez sus propios vínculos, aceptar sus ofertas es estirar, multiplicar y entrecruzar cada vez más, sin un tope predeterminado, las ramas del árbol narrativo según la libre decisión del lector. El relato arborescente se presenta así como un relato polifónico de versiones de la actualidad producidas por muy diversos autores, conocidos o desconocidos por el lector, coincidentes o divergentes entre ellos mismos, sin que ninguna voz autoral resuene como la última y definitiva. El periódico digital inicialmente visitado impulsa al lector al uso de sus vínculos, pero no controla ni orienta ni pone un tope a sus travesias por otros, inconmensurables sitios.
Un CCP del periódico digital derivado necesita considerar el conjunto de vínculos internos y externos que presenta y cómo los presenta. Algunos sitios alemanes tienen la prudencia de advertir al lector de que no se hacen responsables de los contenidos que encuentre en los vínculos externos. Algunos sitios ecuánimes abren la hipertextualidad hacia sitios que comparten sus objetivos y sitios que los contradicen: será el lector quien decida quién le ofrece la versión fiable. Unos cuantos sitios impulsan mediante vínculos internos o externos la multimediatización de las versiones.
El CCP también se extiende a los otros recursos propios del periodismo digital. Mediante la interactividad, el periódico derivado pregunta a su lector si recomendaría a otros el texto que acaba de leer o cómo lo calificaría. Pero ¿son válidas estas puntuaciones? ¿Cómo impedir que un mismo lector vote cuantas veces le convenga? Mediante vínculos externos que desembocan en sitios periodísticos de la prensa, la radio y la televisión, el periódico digital propicia la multimediatización del relato arborescente. Nos proporciona así un signo anunciador, creo, de la convergencia de los sitios actuales en sitios periodísticos multimediáticos. De hecho, ya podemos acceder a algunos, pioneros. Cuando los vínculos del periódico digital conectan con emisoras y/o canales propios y/o ajenos ¿se configura necesariamente un valor añadido a tomar muy en cuenta en el CCP o habrá que considerar también la calidad de cada uno de ellos? El hecho de que, por ejemplo, los vínculos multimediáticos hayan aparecido con rapidez en el sitio del argentino "Clarín" y con notable demora en el sitio del español "El País" ¿hasta dónde ha de repercutir en el CCP de estos periódicos digitales?
¿Qué valor asignar en el CCP a la actualización del periódico digital? ¿Con qué criterios evaluarla? ¿La frecuencia? Si así fuera, la actualización contínua indicaría la más alta calidad y los niveles de calidad irían disminuyendo a medida que se extiende el plazo para la actualización. ¿La importancia y el interés de los casos seleccionados? ¿Su jerarquización -todavía infrecuente? ¿La rapidez con que las noticias se convierten en relatos más extensos que las desarrollan y contextualizan? Dos semanarios alemanes, Die Zeit y Der Spiegel, superan en este último campo a muchos diarios aunque éstos, por su periodicidad más corta, deberían ser los primeros en practicar esa conversión.
¿Y qué valor asignar, en el CCP, a la jerarquización de los sitios que hacen los buscadores cuando acudimos a ellos para conocer las versiones periodísticas de un caso concreto? Puesto que las prioridades suelen cambiar según los buscadores consultados ¿qué inferir de estas divergencias?
- DIGITALES DE CALIDAD
La irrupción de los periódicos digitales plantea preguntas nuevas al CCP que se añaden -y no sustituyen- a las ya suscitadas por los impresos.
Navegando por la Red, podemos acceder, en efecto, a un conjunto inmenso de periódicos digitales con estructuras, contenidos y niveles de calidad muy variados. Destaco en ese conjunto tres tipologías básicas que pueden combinarse (Borrat 2000b):
· derivados - autónomos: según dependan de periódicos impresos o nazcan, independientes, en la Red.
· convencionales - innovadores: según se limiten a reproducir o añadir contenidos típicos de los impresos o hagan ofertas nuevas basadas en recursos específicos de la Red inaccesibles a los impresos: interactividad, hipertextualidad, multimedia.
· gratuitos - de pago: según den libre acceso -total o parcial- a sus lectores o les reclamen el pago de un precio determinado.
Como bien observa Kevin Kawamoto (2003 1-29), el periodismo digital yuxtapone viejos y nuevos conceptos: es una síntesis de tradición e innovación. Usa tecnologías digitales para investigar, producir y distribuir o hacer accesible la información a "una audiencia cada vez más alfabetizada en la informática".
No abundan los autónomos de calidad reconocida. Son muchos, en cambio, los derivados de periódicos muy diversos. Concentrémonos en estos últimos. Cuando los periódicos digitales derivan de periódicos impresos de calidad reconocida, no hay que dar por supuesto que reproducen automáticamente la calidad de los correspondientes impresos. Dicho de otro modo: también hace falta un CCP de los digitales. Pero ¿según qué criterios? ¿Los mismos, generales, que se aplican a los impresos y/o otros específicos de los digitales?
En una línea coincidente con la señalada por Wolfgang Donsbach (2005: en entrevista del magazin online Die Gegenwart. 2005: número 40), podemos distinguir desde ya dos campos abiertos al análisis comparativo:
- comparar la calidad de los periódicos digitales derivados con la calidad de los periódicos impresos correspondientes, y
- comparar la calidad de cualquier periódico digital con la de otros sitios periodísticos de la Red, sean autónomos o derivados (de periódicos, pero también de emisoras de radio y canales de televisión).
Siguen en pie, empero, aquellas dos preguntas: ¿según qué criterios? ¿Los generales que se aplican a los impresos y/o otros específicos de los digitales?
Reconociendo que hay criterios específicos de los periódicos digitales, Donsbach afirma que los básicos no son esos sino los criterios generales del periodismo (aplicables por tanto a impresos y digitales): cómo se representa ante el lector un acontecimiento, una cuestión o una persona en acción. La calidad depende -según él- de si las informaciones han sido rigurosamente investigadas, si un acontecimiento o un conflicto se presenta en función de todas las partes, si se escucha a todas las partes y por eso, en definitiva, si el caso se presenta de tal manera que el lector pueda formarse su propia imagen, su propia opinión.
Desde luego, podría abrirse un amplio debate acerca de estos criterios generales propuestos por Donsbach: ¿coincide Usted, lector, con este autor? Si coincide ¿les atribuiría un mismo valor a todos? Si no, ¿cómo los jerarquizaría? ¿Introduciría otros criterios generales?
Andrew Govers, director de la versión impresa y la versión digital del Financial Times, distinguido como el "mejor periódico del mundo" en 2005, propone a su vez los criterios siguientes para explicar esta elección (I Want Media, julio 2005):
"Supongo que fuimos elegidos porque aspiramos a las pautas más altas de información de calidad, apuntamos a proporcionar el análisis más refinado y el comentario independiente para asumir una perspectiva verdaderamente global en los mundos de la política, la economía y los negocios".
Diríase que a Govers, como a Merrill, le interesa destacar, más que los criterios, quiénes forman el grupo de "dioses mediáticos", es decir, la calidad de los electores que le concedieron el premio: "por lo menos, mil formadores de la opinión internacional", reconocidos por lo tanto por el alto porcentaje de lectores de su diario que a su vez son los que deciden en el mundo de las empresas y los gobiernos. Reaparece así el dilema de Eutifro. Se cierra el círculo: El diario de calidad, premiado por un jurado de calidad, tiene una audiencia de calidad. Govers reconoce y celebra que cada vez hay más lectores que dedican todo su tiempo al digital, pero al mismo tiempo pugna por el uso de las dos versiones: que el digital de calidad sea usado como un compañero del impreso de calidad.
El problema básico de los periódicos digitales, entiende en cambio Larry Pryor (1998), es que los editores todavía están invirtiendo en ellos menos de lo debido. Temen que los costes demoren el día en que lleguen los beneficios. Apuestan a proteger los anuncios clasificados: y si, al mismo tiempo, les pueden dar a sus digitales un high-tech look, tanto mejor. En estas condiciones, se ven forzados a tomar en préstamo los contenidos de los periódicos impresos o de las emisoras. "Solamente una pequeña fracción de este contenido derivado saca ventaja de la capacidad multimediática de la Red. La mayor parte de las noticias no solo son derivadas sino también sin sustancia o superficiales. Esta tendencia parece ir empeorando. En apenas tres años, editores y diseñadores de la Red han distribuido las noticias en categorías netas. (...) Este rebanar y cortar en pequeñas unidades permite a los editores extraer la nata de los tópicos más populares y creadores de lucro para su distribución, mientras dejan de lado los tópicos más sustanciales, tales como los que se refieren a políticas gubernamentales o a la sociedad global, o bien los ponen tan abajo en una base de datos que son casi irrecuperables." Claro que Pryor se expresaba así en 1998 y la velocidad de los cambios en la Red y en las empresas periodisticas puede configurar hoy por hoy un paisaje más alentador.
Conviene recordar, en efecto, que los periódicos derivados tienen una historia compleja, muy intensa y cambiante pese a los pocos años transcurridos. Distingo por lo menos tres etapas:
- Primera: Reproducción. Se limitan a reproducir, seleccionados y/o abreviados, los contenidos de los correspondientes impresos;
- Segunda: Actualización. Comienzan a actualizar la información a lo largo del día, manteniendo en su página inicial la reproducción del ejemplar impreso.
- Tercera: Innovación. Ponen en primer plano su propia construcción de la actualidad, permitiendo asimismo el acceso -parcial o global, gratuito u oneroso- a sus versiones digitales de los impresos, y al mismo tiempo, invierten y desarrollan recursos básicos de la Red, inaccesibles a los impresos. A esta tercera etapa no llegan los convencionales: permanecen anclados en la primera o la segunda.
A medida que avanzamos, se va acentuando la necesidad de aplicar criterios específicos de los digitales, articulados con los criterios generales.
- En la primera etapa, cuál es la capacidad del digital para seleccionar y/o abreviar los contenidos de los impresos.
- En la segunda etapa, hasta dónde llega la actualización: ¿con qué frecuencia? ¿según qué criterios selectivos? ¿se limita a acumular informaciones o las clasifica y jerarquiza?
- En la tercera etapa, ¿cómo usa los recursos nuevos inalcanzables por el periódico impreso? ¿cómo se sitúa, en el uso de los recursos nuevos que ofrece la Red, respecto de sus competidores: los otros periódicos digitales y en términos todavía más amplios los otros sitios periodísticos de la Red?
Los grandes avances de los digitales innovadores arrancan, en efecto, de un formidable conjunto de recursos nuevos (Kawamoto 2003, Borrat 2000b):
interactividad: provocar una activa participación humana o del aparato en el proceso de buscar y compartir información;
hipertextualidad: vinculación y 'colocación' de información digital mediante una estructura jerárquica no linear;
no linearidad: sistema flexible de ordenar información que no adhiere necesariamente a las pautas tradicionales, cronológicas o convencionalmente lógicas de la narración;
mutimedia: uso de más de un tipo de medios en un mismo producto;
convergencia: mezcla o fusión de tecnologías y servicios históricamente distintos
clientelización y personalización: capacidad de modelar la naturaleza de los contenidos y los servicios a las necesidades y los deseos individuales.
Entendida como interacción entre el emisor y el receptor del mensaje, como intercambio de informaciones en una y otra dirección, la interactividad es el recurso primero y primordial: da el primer impulso (Pulcini, 1997: 72ss) y determina a los otros, ulteriores. Hablar de comunicación online es hablar de interactividad (Pérez-Luque: 1999): el periodismo online innovador es necesariamente interactivo. Y su mecanismo principal son precisamente los enlaces internos y externos que generan y desarrollan la hipertextualidad. Producir/emitir y recibir/leer textos en la Red exige un conocimiento de la lógica del hipertexto que agrupa a los textos como si fueran racimos o ramas de un árbol que se extienden por ramificaciones sucesivas tantas veces como el cibernauta lo decida.
A pesar de que se utilice cada vez más el multimedia, el componente mayor de los digitales sigue siendo la palabra escrita. La palabra escrita -como sea y en el soporte que sea- es imagen, palabra icónica. Pero esta palabra icónica ¿qué textos compone, qué mensajes nos comunica? ¿Enriquece al Periodismo y/o al Entretenimiento?
Esperan los optimistas que la propia dinámica de esta Red en transformación y nunca del todo transformada, así como la inminente diversificación de los soportes más allá del ordenador, provoque un reflujo de los contenidos meramente derivados para dar paso a la irrupción restallante de contenidos periodísticos nuevos. Pronostican en cambio los pesimistas que, conquistada la Red por el comercio electrónico y los anuncios publicitarios, la cuestión principal ya no será optar entre lo convencional o lo innovador sino tener o no tener gancho para atrapar y retener anunciantes y clientes en atractivos sitios donde -puesto que hay que vender y anunciar- el Entretenimiento predominará sobre el Periodismo y la información pasará a ser, ella misma, mero titular efímero o trivial información-entretenimiento (infotainment).
Al mismo tiempo, estos periódicos digitales no agotan los sitios periodísticos abiertos en la Red. Coexisten con muchos otros, derivados de emisoras de radio, canales de televisión, agencias de noticias, o creados por organizaciones profesionales y empresariales. Coexisten también, y cada vez más, con blogs de periodistas. Generan cada vez más sitios multimediáticos. El quiosco virtual nos coloca así frente a una cantidad y una diversidad de cabeceras digitales otrora impensables.
¿El CCP tendrá que premiar necesariamente a los digitales innovadores a expensas de los convencionales? Los lectores de digitales innovadores podemos, entre otras cosas, conocer actualizaciones de la información realizadas a lo largo del día (avance con respecto al impreso, deja de serlo si la comparamos con otras fuentes de información actualizada: las radiofónicas, las televisivas y, en la propia Red, los sitios de emisoras de radio, canales de televisión, agencias de noticias y los portales); consultar los números precedentes en hemerotecas virtuales (lástima que ellas difieren, tanto en el tiempo que cubren como en la naturaleza gratuita u onerosa de sus servicios); usar buscadores de temas tratados (a partir de una palabra, un título, un autor o una sección, tanto en el número actual como en los precedentes que constituyen la hemeroteca virtual); recorrer los itinerarios de la hipertextualidad mediante nexos internos y externos al sitio; intercambiar mensajes con redactores (obligados por ciertos digitales responder); participar en foros; acceder a programas de radio o de televisión y sintonizar emisoras o canales. Ahora bien: las ofertas nuevas no aseguran de suyo la calidad periodística. Pueden potenciar contenidos de todo tipo: de Periodismo, Entretenimiento, Publicidad, Servicios. Algunos derivados tienden a privilegiar, en su distribución de los recursos nuevos, a Entretenimiento y Publicidad a expensas de Periodismo. En tales casos no podemos hablar de digitales de calidad periodística. Si con sus nuevos recursos no potencian los contenidos periodísticos, estos innovadores (en Entretenimiento y en Publicidad, no en Periodismo) se sitúan en un nivel de calidad inferior a un buen digital convencional.
Con respecto a las relaciones entre periódicos digitales y otros sitios periodísticos -de emisoras de radio, canales de televisión, agencias de noticias, instituciones, organizaciones- parece clara ya la convergencia hacia el que será, tarde o temprano, el sitio periodístico dominante: el multimediático. ¿Sobrevivirán acaso -impresos y/o digitales- los periódicos de calidad?

- LA IRRUPCIÓN DE LOS CIBERPERIODISTAS
Con los sitios periodísticos digitales nace una nueva especie de periodistas, los ciberperiodistas.
Para los periodistas oriundos de periódicos impresos, convertirse en ciberperiodistas les exige una transformación: producir textos para periódicos digitales y otros sitios periodísticos representa adaptarse a un cambio estructural equiparable al que años atrás marcó la sustitución de la máquina de escribir por el ordenador (Höbermann, 1998: 302). Más todavía, subrayaría yo: los cambios continúan, previsibles o súbitos, con una rapidez y profundidad que sorprenden si mantenemos la comparación con los periódicos impresos.
"Hay una forma de dar las noticias en radio, en televisión y en prensa. Tiene que haber también una manera de hacerlo en la Red (...). La enorme facilidad para transmitir información y las dificultades que puede tener el público para discriminar entre lo verdadero, lo casi verdadero y lo falso preocuparán a los legisladores en los años venideros. También a los periodistas: ¿qué papel jugará este profesional en un mundo en que puede trabajar solo o formar parte de alguno de los grandes conglomerados mediales [mediáticos] para Internet, que sin duda se crearán?" (Puente V., 1999).
En las redacciones de peródicos impresos que cuentan con sus correspondientes derivados, muchos periodistas tradicionales siguen trabajando como si el digital no existiera, o no fuera, también, cosa de ellos. Ese desinterés explica el fracaso de unos cuantos digitales y, también, la tendencia en los digitales a concentrar sus ofertas nuevas fuera de la información periodística, en las áreas de entretenimiento, servicios y anuncios publicitarios.
Bernard Gwertzman, editor de The New York Times on the Web, observa un hiato cultural entre las redacciones del impreso y el digital. Para superarlo, los periodistas del impreso necesitarían contar con pautas que les recordaran, a lo largo del desarrollo de un relato, cómo pueden mejorarlo para la edición digital. En esa misma línea, Maider Perea Fonda y otros investigadores recomiendan que los periodistas del periódico impreso usen una checklist of Web enhancement; una suerte de hoja de estilo para informaciones online, con su inventario de los nuevos, grandes recursos de a Red (South, 1999). Un elenco de topoi del periodismo digital, diría yo, articulable y articulado con los topoi del periodismo tradicional. Sin llamarlas así, Jeff South propone cinco categorías: relatos, documentos complementarios, multimedia, elementos interactivos y retroalimentación/discusión/continuidad.
En los digitales, la Red provoca una redefinición de los roles profesionales. Según Pulcini (1997: 43ss), el ciberperiodista es al mismo tiempo periodista, gráfico-tipógrafo y editor. Escribe artículos hipertextuales e interactivos: textos que además de ser leídos serán "navegados". Y el mecanismo será siempre el del árbol que se ramifica. El ciberperiodista deviene hiperperiodista. Autor de una nueva narrativa, como la llama, entre tantos otros, Jean François Vogel, responsable de la edición digital de Le Monde (La Vanguardia, sábado 27 de enero de 2005: "Congreso de periodismo digital 'La importancia del texto en los webs informativos decrecerá'"). Vogel (2005) afirma también que es el "periodismo anónimo" el que define el concepto de periodismo digital: no hay firmas, dice. Discrepo con esta concepción y con el fundamento que Vogel pretende darle: según él, los cibernautas no leen, escanean las portadas. Falsa generalización, arrogante desprecio a Usted y a mí y a tantos ciberlectores. Alcanza con leer las versiones digitales de los periodicos de calidad -incluso la de Le Monde- para reencontrar, también aquí, la coexistencia de autores anónimos y autores identificados. Más todavía: los identificados pueden alcanzar incluso mayor destaque en los digitales que en los impresos. Aparecen, unos cuantos, en la página inicial del digital; permanecen allí, a veces, durante varios días; cuentan, a veces, con sus propios blogs dentro del propio digital; acumulan sus textos ordenados cronológicamente de manera que cualquier lector, sea mediante el buscador o mediante un vínculo del mismo digital, puede leer no sólo el último texto sino también textos precedentes firmados por el mismo autor.
Stein (1999) encuentra al ciberperiodista no solo en los periódicos digitales sino también -desde luego- en sitios como Yahoo!, America Online, y bn.com, donde hacen trabajos de naturaleza esencialmente periodística, desde escribir relatos informativos hasta buscar los enlaces importantes. Por eso, la ONA (Online News Association) ha optado por una definición amplia de este nuevo grupo profesional, tomando en cuenta el trabajo y no el entorno donde se hace.
Abundan los peródicos digitales derivados que se conforman con unos pocos ciberperiodistas: apenas una docena, incluso menos. Podrían cubrir las necesidades de un digital convencional, pero difícilmente satisfacen las del innovador.
La Red proporciona a los ciberperiodistas, por medio de la interactividad, la posibilidad de conocer las reacciones de sus lectores mucho más a fondo que en losl periódicos impresos. Lo cual puede representarles, a la vez, una ventaja y un riesgo. Ventaja, porque todo productor de textos necesita perfilar a su lector implícito, y con la interactividad superan los límites de las "Cartas de los Lectores". Riesgo, porque esta retroalimentación a iniciativa de los lectores puede poner en cuestión su propio trabajo, incluso provocar sanciones o ceses si los lectores activos son muchos y coinciden en sus críticas; porque cualquier enemigo puede montar una campaña en su contra acumulando mensajes negativos de lectores reales o imaginarios. Riesgo también porque, cuando el digital anuncia que los periodistas que reciban mensajes de sus lectores los responderán, les carga con una faena más que se añade a las muchas que colman su jornada laboral. A partir del 17 de junio de 1999, el riesgo aumentó con la aparición de un nuevo programa, gratuito, Third Voice que facilitaba a cualquier lector anotar toda página de la Red sin necesidad de la autorización de quienes la han abierto (Pisani, 1999). No abundaron los lectores que efectivamente utilizaron este programa. Pronto surgieron, en cambio, los detractores: Third Voice, dijeron, no es más que una suerte de Web graffiti, ajena a cualquier rigor. Estas reacciones y problemas de financiación y publicidad terminaron con este sitio. Third Voice se cerró. Pero pronto aparecieron sus imitadores: CritSuite, JotBot, Com Mentor, Xanadu, y en los más altos niveles CritLink Mediator y, inspirándose en ella, Annotation Engine, lanzada por The Berkman Center for Internet and Society at Harvard Law School (http://cyber.law.harvard.edu/projects/annotate/html).
Más que las críticas de los lectores, podemos encontrar en la Red y fuera de ella críticas de los propios ciberperiodistas.
- En el campo de las organizaciones profesionales, destaca la Online News Association (ONA), que celebró en mayo de 1999 su primera reunión formal con asistencia de cerca de un centenar de profesionales, la mayoría de los cuales no habían cumplido aún los cuarenta años (Stein, 1999). Dirigen la ONA periodistas que ocupan posiciones de mando en digitales de gran influencia. El periodismo online todavía es el salvaje Oeste, se queja Rich Jaroslovsky, managing editor de The Wall Street Journal interactive Edition y presidente de la ONA, preocupado por evitar que esta mentalidad del "todo vale" se expanda por la cobertura informativa y la domine. La juventud de muchos ciberperiodistas y gestores hace que, en gran parte, no hayan estado inmersos con anterioridad en la cultura tradicional de la noticia, característica de los impresos: esa cultura que exige distinguir estrictamente entre la función editorial y la función publicitaria. Para cubrir la laguna, la ONA está procurando crear guías para la publicidad online que permitirían superar las confusiones actuales.
- En el campo de las reflexiones personales, periodistas que todavía no habían cumplido los treinta años empezaron a mostrarse muy críticos de su experiencia en la Red. Así, Frank Houston (1999) contrasta la prisa en la Red, que conduce inexorablemente hacia la preferencia por las breaking news, los grandes titulares y los relatos informativos más breves y más frecuentes, con el tratamiento a largo plazo y en profundidad. El "pozo de las noticias" pasa a ser así, en los digitales de información general, un pozo sin fondo. Jonathan Dube (1999) señala que puede ser difícil apartarse de la fórmula convencional que parece definir a gran parte de las noticias online: relatos centrados en el texto, con unos pocos enlaces, gráficos y clips de audio o video añadidos casi como si fueran una ocurrencia tardía. De todas maneras, la rapidez, intensidad y diversidad de los cambios que se están produciendo en la Red impiden generalizar sobre estos nuevos profesionales.
La oleada de blogs que agita ahora a la Red incluye unos cuantos producidos personalmente por periodistas autónomos y otros, también, por periodistas dependientes decididos a ganar con sus blogs la libertad que no encuentran en sus periódicos. Abundan en estos blogs la lectura crítica de textos ajenos y la denuncia de comportamientos indeseables de otros periodistas, de empresarios mediáticos, de protagonistas de la política, la economía, el espectáculo, el depore..
Al mismo tiempo, muchos otros blogs demuestran hasta qué punto personas ajenas a la profesión practican, cuando gustan y/o cuando les conviene, un periodismo digital no institucionalizado pero capaz de ganar lectores. Leslie Burger, director de Journalistic.co.uk, recuerda que los ataques terrorists del 7-7 londinense abrieron los ojos a mucha gente sobre las posiblidades del blogging: "Muchos se dieron cuenta de que ellos mismos podían hacer las noticias. Hubo una cantidad de blogs que alimentaron con relatos e informaciones a los medios de comujicación."
Desde luego, resulta imposible cuantificar estos blogs informalmente periodísticos y conocer su duración. La oleada de blogs continúa, vigorosa, incontenible. Según Dave Sifry, fundador de Technorati (http://www.technorati.com), cada segundo nace un blog, cada día se crean 80.000 blogs nuevos. En agosto 2005, hay 14.2 millones de blogs, muchos más que los 7,8 millones computados en Marzo. Pero no todos los que lanzan sus blogs siguen alimentándolo con nuevos contenidos. Si la blogoesfera duplicó su tamaño en apenas cinco meses, sólo la mitad se mantienen"activos " y apenas un 13% son actualizados cada semana o en menos días. Tras la eclosión del blogging en EEUU destacan ahora como áreas de crecimiento Japón, Corea, China, Francia y Brasil. Y desde luego los blogs se destinan a usos múltiples: como auxiliar de la enseñanza, para el debate polítifco, como presentación de escritores, fotógrafos, humoristas gráficos --- y como nuevos, innovadores sitios para periodistas profesionales y cibernautas capaces de emularlos.

- MÁS FUENTES QUE NUNCA
La Red ofrece a los periodistas y a nosotros, lectores, un inmenso, interminable elenco de fuentes de diversos tipos. De hecho, esta eclosión de fuentes no tiene más límites que aquellos que libremente le asignemos.
Para los lectores, ganar esta multiplicidad de fuentes alternativas a las que encontramos en nuestro periódico cotidiano representa un avance radical: nunca habíamos contado con tal batería de recursos para determinar hasta dónde estamos informados por él. .
Para los periodistas, en cambio, este fenómeno puede entenderse de dos maneras: por un lado, potencia al máximo sus recursos informativos; por otro lado, le plantea problemas importantes: ¿Cuántas fuentes consultar? ¿Cómo evaluar la credibilidad de cada una de ellas? ¿Qué credibilidad asignar a las menos conocidas o, más difícil aún, las recién descubiertas?
En la Red, el periodista de largas travesías no puede evaluar todas las fuentes consultadas echando mano a criterios tan rigurosos como los que aplica -o debería aplicar- a las fuentes tradicionales. La multiplicación de las fuentes -sin límites, si utiliza los enlaces externos que muchas de ellas ofrecen remitiendo a otras, que a su vez remiten a otras...- multiplica sus incertidumbres por falta de conocimiento o por conocimiento insuficiente de ellas, tanto más cuando más distantes (geográfica y culturalmente) se encuentren.
Si trabajar en continua interacción con las fuentes es práctica profesional básica en todo periodista dedicado a la información, recorrer itinerarios por la Red le obliga a satisfacer ciertas exigencias nuevas. El periodista tiene que saber navegar por la Red y hacer el uso debido de los formidables recursos que aportan los buscadores, la interactividad, la hipertextualidad, la actualización de la información, la personalización de los contenidos, el multimedia. Al mismo tiempo, necesita crearse reflejos rápidos para saber detenerse en el momento oportuno, para no quedar desbordado por oleadas de fuentes y datos que no tendría tiempo de procesar. Y -cuestión clave- necesita ensamblar con coherencia y fluidez sus itinerarios por la Red con sus habituales comportamientos con las fuentes tradicionales.
Hoy por hoy ¿cuántos periodistas están usando la Red como sistema de fuentes de manera continua y responsable? ¿Cuántos se encuentran realmente capacitados para que ese uso sea racional, controlado, eficaz y fructífero? Y los que están capacitados ¿de qué tiempo disponen para recoger y seleccionar datos en la Red sin abandonar por ello sus prácticas profesionales de siempre, que de suyo cubren tantas veces todo su tiempo laboral? ¿Qué estatuto atribuyen los periodistas y los medios donde trabajan a las fuentes de la Red dentro del conjunto de las fuentes de información utilizadas? ¿Cómo verifican su credibilidad?
Como bien afirman Sonnleitner, Stadhaus y Weichert (1998), "las ofertas online pueden completar, pero no sustituir, la investigación clásica". A partir de esta hipótesis y concentrándose en los nuevos comportamientos de periodistas que trabajan en Hamburgo, estos investigadores comprobaron que los periodistas fundamentan su uso de la Red en razones diversas: la rapidez, el bajo costo, la actualidad, la comodidad, el acceso a un amplio espectro internacional, los estímulos a la investigación, la información contextualizadora, las buenas posibilidades de comunicación ofrecidas, el logro de ciertos resultados sorprendentes,...
Al mismo tiempo, los periodistas de Hamburgo reclaman a las fuentes de la Red ciertas mejoras: un acceso todavía más rápido a los datos, una mayor estructuración y claridad, menos basura, más actualidad, mejores buscadores, una mayor posibilidad de valorar su credibilidad, un acceso más fácil a los archivos,...
Piensan estos hamburgueses que la investigación en la Red tiene efectos positivos en cuanto (i) ofrece un amplio espectro de informaciones detalladas, (ii) complementa a la investigación clásica, (iii) es rápida, (iv) es actual, y (v) posibilita el acceso a datos fidedignos. Cuando se trata de fuentes conocidas y fiables, añadiría yo.
El éxito de la investigación online -sostienen en definitiva Sonnleitner, Stadthaus y Weichert- depende de los temas. Investigar online conduce hacia una ampliación temática del horizonte de la búsqueda. Pero las informaciones investigadas online son menos creíbles, menos auténticas o fidedignas que las buscadas por los caminos clásicos. Cuando no se trata de sitios conocidos y fiables, volvería a añadir yo.
Desde una perspectiva más amplia que, partiendo de Italia, apunta a los principales países de Europa Occidental y a los EEUU, Pulcini (1997) propone "ante todo" tomar muy en cuenta "una distinción axial" pero no siempre fácil, entre información pura e información publicitaria.
A veces, la evaluación de las fuentes aparece hecha dentro de la Red misma por ciertos sitios de reconocida autoridad y prestigio. Otras veces, la realizan actores externos a la Red. Fue así como en 1999 se hizo pública una evaluación de sitios europeos realizada por la universidad de verano de Amsterdam-Maastricht y focalizada en los servidores del jefe de Gobierno, de los ministros de economía y de asuntos sociales y del Parlamento de cada uno de los entonces quince Estados miembros de la Unión Europea (Le Monde: 7.08.99). Los criterios de evaluación utilizados en esa ocasión se referían al contenido (frescura y calidad de las informaciones, presencia de una agenda, publicación de los informes y comunicados a la prensa, lenguas en las que se presta el servicio) y a la interactividad (ergonomía, facilidad de utilización, existencia de direcciones electrónicas para entrar en contacto con los responsables políticos o con los gestores del sitio, visibilidad en los diferentes anuarios). El primer lugar lo ganó Francia (69 puntos). Los siguientes, en el pelotón delantero: Dinamarca (68 puntos), Alemania (67), Gran Bretaña (67), Suecia (66) e Italia (63). En la cola, España logró, como Holanda, 54 puntos, precediendo tan solo a Austria (47) y Grecia (47).